Zen y revolucion por monje kosen
" El aprendizaje del zen se parece a
la guerrilla : una pequeña parte de nosotros entra en el maquis para luchar contra el
poder corrupto, ávido y mentiroso que dirige nuestra vida interior. Esta
lucha parece sin esperanza pero aun así la emprendemos y, con
conocimiento, mucha perseverancia, hemos visto triunfar a algunos
y liberarse de sí mismos.
El Zen del que hablo no es el aprendizaje de una meditación, es un
refugio que el hombre posee desde siempre, un refugio de paz y de felicidad que aparece
instantáneamente en cuanto se pone en práctica.
Todos los seres humanos, sean quienes sean está capacitados
para obtener este tesoro, e incluso si practican un solo día,
incluso si no toman la postura más que un breve instante, esto tendrá una incidencia
y transformará su existencia irremediablemente.
Descubrimos cosas completamente
simples pero extraordinarias, como por ejemplo, el sentimiento de
exitir. Todos hemos tenido la ocasión de experimentar este sentimiento,
tan íntimo que nos parece eterno,
inmortal. No nos parace posible que esta fuerza de vida pueda desaparecer, ni siquiera
con la muerte. ¿No será esto la naturaleza de Buda?. Descubrirlo no es más
complicado que eso. Con frecuencia creemos que las cosas extraordinarias son
inaccesibles. Pienso que, originalmente, el mundo es el paraíso, la tierra
prometida, que la vocación del hombre es ser el lado visible de Dios.
Incluso lo extraordinario funciona de una manera muy simple.
Eliminar de uno mismo las complicaciones, los parásitos, las contaminaciones es suficiente para que la
evidencia aparezca. La evidencia no fue inventada por nadie. No fue el Buda quien inventó la
evidencia, ni ningún profeta, ni ningún revolucionario. Solo
supieron, aveces, percibirla".
(Respuesta del monje Kosen a la pregunta " ¿Qué es el Zen?" durante una
entrevista en Radio Nacional de España en junio de 1997.)
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Si bien es cierto que a través de los verdaderos maestros
surgen y se expresan evidencias revolucionarias, para
un monje zen, es totalmente indecente esconderse detrás de
un ideal revolucionario.
La revolución que hará del nuestro un mundo más evolucionado
no puede consistir en enfrentar negros contra blancos, buenos
contra malos, pobres contra ricos, perseguidos
contra perseguidores... No puede ser así, por más
que se trate de los primeros síntomas.
La percepción revolucionaria de un monje zen es mucho más profunda.
Por ejemplo, con respecto a la revolución zapatista de Marcos, el resultado
es evidente. ¿ Cómo alegrarse de tal fenómeno
? Es fácil para un intelectual detrás de su periódico tomar
partido y utilizar para su propio cuerpo la energía revolucionaria
de esa pobre gente que arriesga su vida combatiendo. Y en este fenómeno,
la juventud, lo que está vivo, lo espontáneo, corre el riesgo de ser aplastado
y aniquilado.
Desde hace muchos años es así en toda Sudamérica.
Es como destruir un bosque para construir una
autopista o un aeropuerto. Lo peor es que, aunque la revolución triunfe,
rápidamente se vuelve rígida como el hielo. Los
cubanos se escapan nadando hacia los Estados Unidos. Hace treinta años,
Mao Tse Tung proclamaba haber ganado la revolución,
y hoy el mundo entero espera la revolución de la revolución.
Si la revolución de la revolución llega a China, los chinos
podrán tomar Coca Cola y tener tarjetas de crédito.
Entonces, ¿ qué actitud tomar ?
¿ No podemos creer en un mundo honesto y libre en donde cada uno
se sienta responsable ?
Carlos Castaneda cuenta cómo Don Juan fue enviado por su maestro
a trabajar otra vez en la hacienda en la que había sido
explotado durante su juventud, en donde casi había perdido la vida, en
donde los jóvenes indios eran secuestrados para ser sometidos
a la esclavitud. En ningún momento hay en Don Juan un sentimiento
de odio. Sólo ser íntegro e impecable con sigo mismo,
sólo la práctica interior a partir de la cual los fenómenos
son aspirados como en un torbellino.
Si queremos llevar a cabo una revolución tenemos que emplear el arma mágica
que nadie puede atrapar ni detener. Para conseguir esta arma hay
que trabajar sin descanso sobre sí mismo. Pero no sólo
para sí mismo. Los problemas que nos planteamos
sobre el mundo no deben ser abordados con un estado de espíritu
ordinario sino con el cuerpo entero, con nuestra práctica de
zazen. El poder mágico de zazen está más allá de todo
lo que podamos controlar.
Cuestionar las propias concepciones revolucionarias es mucho más
difícil que apegarse a ellas. Uno llega al silencio,
imposible decir algo. Cuando se cuestionan sinceramente
las propias concepcionees ya ni siquiera se es revolucionario,
uno mismo se convierte en la revolución. La revolución viva y silenciosa.
Sentarse firmemente, sin objetivo, quedarse inmóvil. Practicar zazen, kin hin,
sampai, las tres posturas fundamentales, y samú, el trabajo cuya
meta no es el beneficio personal sino el bien de todos. No pretender que
se comprende algo. Dejar que espontáneamente emerja
la verdad y la fuerza cósmica de uno mismo, enseñar la libertad
profunda y la actitud justa a los demás, no para hacer propaganda,
sino para ayudarlos realmente y difundir esta influencia
para que el mundo evolucione. Pero el mundo no evoluciona en una
dirección conceptual. La verdadera revolución es la apertura de la
conciencia y la responsabilización. Simplemente este silencio, esta evolución
llevará al mundo entero dentro del torbellino, el torbellino de las cosas en su lugar,
porque la naturaleza fundamental de todas las cosas es revolucionaria.
¿ Qué es la libertad ?
No sé...
No podemos saber lo que es la libertad, no pertenece al campo
humano. Si digo qué es la libertad, ya no será libertad.
No se puede decir : '' Das ist liberté !''. Quedarían aprisionados
en una definición. Creo que en América los indios
no veían el mundo en términos de libertad, jamás
hablaron de libertad. La libertad es una noción
de prisionero, no de hombre libre. La verdadera libertad, es lo que es
naturalmente. Los indios consideran que la tierra está viva, que es
un ser vivo, y cada forma de la tierra es una expresión de su cuerpo.
Los indios plantaron semillas, hicieron crecer cereales
verduras... criaron y tuvieron
manadas de bisontes, de caballos. De hecho, utilizaron lo que había
y todo resultó muy bien. Pero
siempre mantuvieron un profundo respeto y una comunicación íntima con todo lo que
existe, las rocas, las piedras... Cuando vieron llegar a los
blancos, arrasar la tierra, y allí...en las formas
de la tierra, ¡Boom!... (movimiento contundente con la mano),
arrancaron, plantaron todo derechito, hicieron campos bien cuadrados... Para
ellos era un asesinato.
Entonces los indios dijeron : ``¿ No ven ? Están hiriendo la tierra,
la están destruyendo´´. Estaban muy impresionados:
`` Va a traer mala suerte´´ Porque la tierra puede
dar felicidad o desdicha. Nunca un indio pensó en términos de
libertad. Piensan en la interdependencia, en vivir
en armonía con las cosas que existen. Es algo evidente, no vale
la pena explicarlo. En interdependencia con las realidades,
no solamente con los árboles, las montañas, sino también con los demás
hombres. No hay libertad, no existe. Hay una interdependencia,
un respeto, un intercambio armonioso o no. Es todo. La libertad
es una aspirina para esclavos.
EL LIBRO
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